Última llamada para el futuro (o como escapar de las tecnoutopías)

Renata Avila
10 min readMar 17, 2017

Charla preparada para Mujeres con Poder, primera edición de Dixit, Nomada.gt

En trabajo de Campo con los amigos de Prensa Comunitaria. Foto CC de Atribución por Renata Avila. Lugar: Santa Eulalia, Huehuetenango.

I.

Hace casi una década estaba en un escenario como éste, al lado del inventor de Wikipedia, mi buen amigo Jimmy Wales, lanzando Creative Commons en Guatemala. Éramos el primer país centroamericano y uno de los primeros en el mundo en considerar el rol clave que los bienes comunes digitales tendrían en el futuro cercano.

Los aires eran de esperanza. Abríamos un capítulo, de acuerdo a nuestras mentes utópicas, de un acelerado desarrollo social y humano, más allá de lo económico. La posibilidad de compartir a costo cero y sin fronteras era también la oportunidad de conocernos, por el que asumimos sería el efecto ecualizador de la tecnología y el conocimiento abierto, para todos.

Aunque los economistas se refieren hoy a los “dividendos digitales” como crecimiento, empleo y prestación de servicios, yo aspiraba más que a dividendos, a multiplicadores. Nuestra apuesta iba por mejorar el tejido social, haciendo más visible la riqueza en las diferencias del país, mayores oportunidades de diálogo democrático, de preservación de la memoria colectiva, rescate de los idiomas y conocimientos ancestrales, y un acelerado desarrollo científico para proteger nuestros bienes comunes intangibles. Era el momento de sentar las bases para una red incluyente, para una sociedad digital menos polarizada, menos desigual, con más y distintos conocimientos.

Todos los tecno-utópicos de antaño obviamos el potencial que la red tenía para hacer mayores los problemas que ya afectaba al país, fuimos ingenuos y estábamos atrapados en el discurso populista de élites que le cuenta a los jóvenes el cuento que cualquier chico de este país puede crear el próximo Google en un garage.

Para los problemas sociales también caímos de ingenuos en las falsas pero atractivas soluciones, que pretenden solucionar problemas profundos con una App o con un click, con un swipe o una campaña Web. Celebramos lo gratis como accesible, sin darnos cuenta que en esa nueva economía extractivista, el producto éramos nosotros, nuestros datos, nuestro tiempo y atención.

Como indica la profesora y escritora de Harvard, Shoshana Zubboff, toda tecnología que pueda ser utilizada para vigilancia y control, será utilizada para vigilancia y control. En menos de una década se aceleró el acceso a una Internet que no queríamos, una centralizada, monopolística y concentrada exclusivamente en la cultura de consumo, anuncios, marketing, atención, pero el Estado no implementó un plan para aprovechar la conectividad como herramienta de desarrollo.

Exportaciones de Guatemala por el Observatorio Económico de MIT.

El modelo económico actual en Guatemala es uno que beneficia a pocos , con más de la mitad de sus exportaciones derivadas de trabajo no calificado. El deliberado descuido a sistemas de protección social, para beneficiar la agricultura, manufactura y minería barata, los servicios carentes de condiciones laborales justas y la falta de trabajo decente para el área rural nos colocan en condiciones aún más precarias y vulnerables que los países post comunismo.

Ésto, combinado con niveles altísimos de violencia, desigualdad y todo un entorno hostil a la migración económica, con la economía global estancada, dejan a los jóvenes de este país, la mayoría, en una situación desesperada. A diferencia de otros procesos de automatización, este proceso que se viene afectará especialmente a las capas medias. Agregando a ésto la negligencia y depredación promovida por transnacionales que ya no van a invertir acá, en el deterioro ambiental, nos encontraremos en pocos años con el siguiente escenario: un país joven, pobre, sin empleos para aquellos que asistieron a la secundaria, y tremendamente vulnerable a desastres naturales por el cambio climático.

Hay 4 cambios concretos que me gustaría mencionar y a los que me referiré, sin seguir un orden específico, como buena amante del caos que soy, más adelante. Cuando explique cada uno de ellos, quiero que piensen y se piensen en el contexto local, y que tengan presente que intervenciones en cada uno de estos espacios pueden cambiar la situación de forma radical, para mejor.

  1. Discriminación, aumentada. La tecnología es política y la tecnología, al estar aún diseñada por humanos, especialmente por hombres blancos de clase media de Silicon Valley, escribe los prejuicios de éstos en su código.
  2. El segundo, con el que tenemos que atacar todo ese falso optimismo tecno utópico de élites, es el desempleo que está por golpear a las frágiles economías centroamericanas, derivado de la automatización. ¿Sabían que Intel ya abandonó Costa Rica? Solamente en Las Filipinas 89% de los trabajos que provienen de los Call Centres están en riesgo de desaparecer. ¿Cuántos trabajos desaparecerán en Guatemala, cuando la función de éstos sea más rápida y barata cuando la hace un bot? El trabajo precario encuentra suelo fértil en nuestros países, mientras los pocos contribuyentes sostienen economías de plataformas que ni siquiera tributan acá, pero usan toda nuestra infraestructura. La tecnología reemplaza a trabajadores rutinarios y este nuevo precariat compite por empleos de baja paga, en condiciones muy distintos a condiciones de trabajo digno.
  3. ¿Y si protestamos en la plaza? Pues las protestas en la plaza pueden bien convertirse en recuerdos del pasado, ante el despliegue de sistemas totalitarios de control.
  4. El cuarto, es la desaparición del dinero en efectivo, es decir, renunciar a nuestra habilidad de conducir transacciones anónimas en el mercado.

III.

Muchos expertos en tecnología y política dicen, con preocupación, que seremos la última generación libre. La última generación que pudo formar sus pensamientos en privado, sin que éstos fueran predecibles aún antes de escribir las dos primeras frases, la última generación que pudo comprar, prestar, intercambiar libros anónimamente y leerlos en privado, sin que sistema alguno midiera hasta el tiempo que nuestros ojos prestaron más atención a párrafo a sobre párrafo b. ¿Seremos la última generación que pudo caminar en un espacio público sin que sensores y cámaras grabaran y monetizarán cada uno de sus pasos?

Pero volvamos a la plaza y pensemos en hoy, y en la situación de hoy en este país. El futuro es aún más precario para aquellas que ya viven bajo la línea de la pobreza. Reflexionemos en lo que pasó la semana pasada, que no es más que la cara brutal de la exclusión y el Estado precario que sirve a intereses de otras latitudes y de las élites de otros pueblos. Este futuro que se viene tendrá lugar en un Estado que explota, maltrata y abusa sistemáticamente a mujeres y niñas pobres, las más vulnerables en este panorama. Y también reflexionemos que la misma tecnología que nos está permitiendo organizarnos para exponer los abusos y protestar en la plaza, si crecemos dependientes de la misma, puede borrar y alterar la realidad en un futuro próximo, para encapsularnos en burbujas temáticas y de comportamiento, que solamente maquillan realidades.

Pero no podemos dejar de reconocer esa humanidad aumentada que adquirimos en pocos años. Nunca antes un ciudadano cualquiera había tenido acceso a tanto conocimiento con un click. Sin embargo, las habilidades humanas aumentadas, como dice el científico Eric Weinstein, no se han desarrollado en paralelo a un desarrollo de sistemas de empatía, expresando solidaridad hacia los otros.

Ya somos todas Cyborgs y aunque tenemos más poder en un aparato que todo el poder junto que tenía el presidente de los Estados Unidos hace 20 años, obviamos el poder que los que ya eran poderosos acumularon gracias a ésta. Porque aunque tenemos la capacidad de acceder a una gran parte del conocimiento del mundo con un click, ese potencial se ve nublado por las dinámicas desarrolladas en la tecnología que usamos. Y es que la tecnología no es neutral, la tecnología, como ya indiqué, es política, y asiste los intereses de aquellos quienes la diseñan y quienes, en un segundo momento, consolidan poder y formas de dominación alrededor de la misma.

La tecnología también puede acelerar formas de control y represión estatales, y puede acelerar malas prácticas de ésta. Cuando se promueven agresivamente campañas para conectar al próximo billón a esa Internet de consumo y de tercera clase, plagada de distracciones y anuncios y escasa de oportunidades, se consigue con poca inversión crear una gráfica social de los pobres globales, de sus intereses políticos, sus reacciones, emociones, preferencias, redes, datos biométricos, hábitos, protestas y carencias. Estamos haciendo a los pobres globales predecibles y vulnerables, en un sistema donde éstos no son sino pasivos consumidores y activos productores de datos. Porque sus datos, tus datos y mis datos son el producto con el que se alimentan los grandes conglomerados tecnológicos.

Y no se trata solamente de los pobres globales, este nuevo colonialismo digital nos atrapa a todos: Somos previsibles, transparentes, medibles como colectivo. Desde los experimentos sobre nuestras reacciones emocionales en Facebook hasta la habilidad de los datos almacenados y compartidos para determinar el potencial terrorista de una persona, únicamente por lo que se escribe de ésta en línea o el contenido que una persona busca en Internet.

Datos biométricos, perfiles personales detallados, gráficas sociales y de grupos ofrecen una eficiencia peligrosa para intervenciones políticas criminales a gran escala. Ya fuimos testigos en el siglo 20 sobre la contribución de tecnología de la compañía estadounidense IBM para perpetrar forma eficiente, acelerada, el Holocausto. Usó tarjetas perforadas que permitían trazar el perfil étnico de una persona. En paralelo al acelerado desarrollo tecnológico no podemos y no debemos obviar el desarrollo biotecnológico y los riesgos que éste conlleva, la habilidad de borrar de la faz de la tierra grupos completos, en tiempos que el discurso del odio, las diferencias religiosas y las aspiraciones sobre la raza perfecta solamente se acrecientan.

Estamos ante un sistema nervioso global sin calibrar, como dice el lingüista Noam Chomsky. Construimos una supercarretera de información para todos, pero fallamos en construir una red de empatía en paralelo que nos permitiera democratizar de alguna manera lo que sentimos. Aunque obtenemos información de más fuentes que nunca antes, aún nos dejamos guiar por las instituciones tradicionales para construir nuestra empatía sobre la información que recibimos. Aunque la información es libre y podemos verificarla con más datos que ninguno de nuestros antepasados o aún la mejor equipada biblioteca permitiría, pareciera ser el aspecto emocional, al enfrentar los mismos, el que choca. Aunque estemos ante un hecho, tememos a las consecuencias de asumir el mismo ante nuestros grupos sociales y esperamos a las reacciones de otros para declarar qué es cierto y cómo debemos responder ante ello.

El derecho a saber está bajo ataque, el derecho a la libertad de pensamiento. Por ejemplo, en Francia ya existe todo un entramado legal que criminaliza buscar cierto tipo de información sobre ISIS, y en USA, de forma rutinaria, se incluyen los resultados de las búsquedas que hacemos en línea a perfil de sospechosos. Los medios que leemos, nos leen, las cosas que escuchamos, nos escuchan, y todo esto se incrementará aceleradamente en los próximos años, donde la Internet de las Cosas (que nos vigilan), esa colección de sensores en espacios domésticos y públicos, nos hará vulnerables como nunca antes a ciberataques, vigilancia y hasta daños físicos.

Y si tomamos una fotografía global del asunto, estamos también frente a multinacionales poderosas como ninguna antes en la historia. Personas como Mark Zuckerberg y Eric Schimdt son recibidos por líderes mundiales con honores que anteriormente se dedicaban a Jefes de Estado. No es solamente el poder económico que estas compañías han acumulado, y la habilidad que éstas tienen para conducir esta nueva diplomacia estilo Silicon Valley. Su poder radica también en el potencial que su vasta colección de datos encierra: el poder de desarrollar formas de inteligencia artificial poderosas, ya que ésta se alimenta de datos de millones de seres humanos que se conectan a sus servicios cada día.

Estas compañías son más que simplemente la plataforma de marketing y anuncios más sofisticada que se haya creado, estas compañías también son colaboradores constantes de gobiernos, en alianzas público-privadas para controlarnos a todos. Y casi todas se concentran en un Estado y en un país del mundo. Un país que votó por Donald Trump. Todas esas compañías tienen el potencial de ayudar a éste, aún sin quererlo, de llevar a cabo un proyecto nacionalista que, como primeros pasos, decretó la persecución de personas por credo y nacionalidad. Y todo el mundo depende de éstas para funcionar, cada día.

IV.

Hay muy pocas voces de alarma alrededor de estas nuevas circunstancias y éstas son criminalizadas o simplemente silenciadas, pero el coraje es contagioso y cada día sabemos más de un sistema sofisticado de dominación mundial.

Entonces, qué nos queda hacer desde nuestra realidad. Pues podemos empezar por diseñar estrategias locales como evitar el reduccionismo de considerar el tránsito a la economía digital como simplemente un tema económico, es un tema multidisciplinario. Un país donde un genocidio fue perpetrado y donde se excluye por raza y género, debe tomar medidas mucho más estrictas sobre cuáles y qué tecnologías se usan localmente. Somos un país que provee mucha de la materia prima que acelera esta automatización, que solamente acrecentará la desigualdad y eliminará oportunidades para el futuro debe decidir qué es más conveniente para el futuro, si bienes comunes naturales, como agua y tierra fértil para que los trabajadores precarios puedan procurarse una existencia básica y subsistir, o extractivismo que no repercute en beneficios a largo plazo. Y sobre el extractivismo, esto también aplica a los datos de los pobres y de hecho, a los datos de todos los seres humanos. Debemos maximizar el potencial de la información y producir información y datos propios y comunes, concentrar esfuerzos en áreas estratégicas para la revolución biotecnológica y refinar y redefinir el sistema de acceso al conocimiento y las habilidades del futuro. Podemos empezar de cero pero es tarde

¿Podemos ser distintos al hacerlo? ¿Podemos vivir nuestras vidas privadas y comunitarias lejos del gran hermano?

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Renata Avila

Fellow @StanfordHAI, co-Founder <A+> Alliance https://aplusalliance.org/, Author @globalvoices + @eldiarioes, Board @creativecommons, #DigitalColonialism writer